sábado, 17 de febrero de 2007

Hacia el fortalecimiento del Poder Popular

Hacia el fortalecimiento del Poder Popular.



Mario Forti


15 Febrero 2007
19:48


Para todo aquel que esté familiarizado con la trascendental fase de la experiencia revolucionaria que vivimos en Venezuela, no será extraño saber de la importancia de la formación ético-política que representa la transición actual. De los modelos éticos que el capitalismo ha tejido en el seno de las costumbres y hábitos consuetudinarios a la transformación radical de los valores fundamentales que nos toca vivir ahora reproducen la imagen de una etapa profundamente importante, y no menos peligrosa. Filtrados en los movimientos emancipadores se encuentran elementos que buscan diluir el poder central en ideas abstractas para así lograr interrumpir o neutralizar la hegemonía del poder popular que busca expresarse directamente. Las conductas carentes de principios éticos en la dirigencia de cualquier ámbito contribuyen a la distorsión y gasificación del poder revolucionario. Esta pérdida de energía política implica lo que llamamos entropía política dentro del proceso revolucionario. Desde los consejos comunales que son secuestrados por partidos políticos o líderes que buscan su propio protagonismo personalista hasta la corrupción en los niveles más altos del Estado constituyen escenarios que fundamentan las bases contrarrevolucionarias que sumadas a la burocracia debilitan y obstaculizan la buena marcha del socialismo en nuestro país. El efecto de la frustración en serie sobre cayendo en la comunidad organizada que siente a la impunidad como una herida poderosa va minando la estabilidad social. Para contrarrestar esto la formación ideológica constituye una práctica poderosa de inducción que dará fuerza a la manifestación de los “gérmenes de socialismo” en el seno de nuestra comunidad en pleno proceso de transformación endógena. El cambio de paradigma social y cultural obedece a la dinámica del 3er Motor Constituyente enfocado al proceso de educación (Moral y Luces) para la nueva experiencia social en donde el individualismo capitalista cede como valor al principio de solidaridad y compromiso (corresponsabilidad) comunal. Esto parece simple porque lo expresamos mediante términos, y dentro de un lenguaje, y dialéctica que puede ser asimilada intelectualmente; pero en la práctica se vuelve no sólo complejo, sino que en muchos casos imposible debido a que la fuerza de la influencia de las costumbres (valores del capitalismo de Estado inculcados poderosamente a través de los últimos doscientos años y sostenidos por el auge de la tecnología al servicio del poder hegemónico neoliberal) hace que el ciudadano se disgregue interiormente: por un lado obedece a principios que el Estado socialista le obliga a practicar, y por otro, simplemente sigue pautas emocionales que responden a una costumbre individualista, rentista, egocéntrica y antisolidaria. No será fácil, lo decimos claramente, transformar la escala de valores que durante mucho tiempo ha venido determinando nuestras actitudes sociales. El efecto de la influencia del poder popular ha desatado un período depurativo en donde los valores autodestructivos producidos por el sistema capitalista se ven claramente identificados, y por su puesto estigmatizados, a fin de ser neutralizados y finalmente eliminados de la comunidad que lucha por su dignidad y autonomía. La estructura que nace con los Consejos Comunales es la base del nuevo sistema social que determinará al Estado Comunal. Pero las condiciones psicológicas del individuo que viene de la IV República deberán pasar por el filtro de la transvalorización de valores que el poder popular impone en la formación de un nuevo ciudadano para una nueva estructura democrática donde el poder (kratos) se hace participativo y protagónico a través del pueblo (demos) y su organización comunitaria. No hay que vacilar ante la fuerza entrópica del capitalismo latente en nuestra forma de vivir cuando tenemos la fuerza de convicción revolucionaria de ir en pos de la felicidad de todos. Cuando sabemos que nunca estaremos bien si a nuestro alrededor existen hombres y mujeres que padecen de alguna forma, y podemos contribuir con nuestra ayuda a mermar dicho dolor. El auge del poder popular no es un fenómeno utópico que puedan analizar políticos y filósofos de cafetín. Es el efecto de una causa social que viene manifestándose en el tiempo, y ocupa hoy en nuestro territorio un espacio histórico fundamental. Dejar de ser autoritarios, indiferentes, egoístas, egocéntricos significa pasar de un estado mental a otro, y en términos colectivos, simboliza el proceso de transferencia de poder al pueblo. La ética como ciencia de los valores ayudará a cada sector social a preguntarse por el tipo de comunidad que quiere. El hecho de que se pregunte y piense, debata y promueva con sus ideas, personales, y luego comunitarias, desarrolla la posibilidad de romper con un programa de educación para la pasividad que tuvo en el pasado, y abarcar una práctica intelectual que le otorgue criterio, doctrina, principios y con ellos dirigirse hacia la toma de decisiones. El debido fortalecimiento de los consejos comunales hará que pasen a un rango constitucional. De aquí es natural que visualicemos con más claridad el 4to Motor Constituyente (Nueva Geometría del Poder) donde se dará lugar a una nueva estructura de poder local. De los consejos comunales a las federaciones de consejos comunales. De hecho esto implicará el reordenamiento territorial pasaje histórico del colonialismo político al socialismo del poder popular aplicado a la geopolítica. El Estado Comunal será el producto de aquellos “gérmenes del socialismo” que oportunamente habremos dejado en la comunidad que se forma. Los 5 Motores Constituyentes conforman la estructura de un modelo revolucionario para la consolidación del poder popular. La conciencia revolucionaria hará que los vicios del capitalismo y sus antivalores no puedan obstaculizar la magna empresa socialista que estamos desarrollando. La formación permanente en lo concerniente a los valores fundamentales y principios que constituyen la base para la defensa y soberanía del socialismo bolivariano darán al poder popular la fuerza y el vigor necesario para edificar al Estado Comunal que es nuestra menta revolucionaria.

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